Wednesday 30 September 2020

Documento vacío 6: El tiempo, la hora



— Te extraño

— Como que es muy temprano para empezar a extrañar, ¿no crees?


— Caray, no sabía que para extrañar hubiera horarios


— Mi querida, en el mundo real, para todo hay un horario 


— Ugh. Tienes razón. Te odio cuando estás en lo cierto


— Es muy temprano


— ¿Cómo saberlo?


— ¡Ja! Se me olvidaba que no puedes leer el reloj


— Obvio que puedo


— ¿Entonces?


— Mi problema siempre ha sido seguirlos. No perderle la pista a las horas


— Ya. Es que eso cuesta


— Sobre todo porque son tan breves


— Sólo 60 minutos. Muy cortas


— Muy. Como justo ahora


— ¿O sea?


— Pues sí,  ¿cuánto tiempo ha pasado?


— Imposible saberlo


— ¿Viste?


— Bueno, es que así como estamos… pero, vaya, que si abres los ojos…


— Ugh


— No hay otra forma


— Te odio cuando estás en lo cierto


— No hagas berrinche, caprichosa. Abre los ojos. Mira la hora


— Pero, ¿y si es muy temprano?


— Pues nada, ¿qué va a pasar?


— Que entonces,  ¿cómo te extraño?


— Quizás sea hora de que dejes de extrañarme


— Caray, no sabía que dejar de extrañar tuviera horarios


— Mi querida, en el mundo real, para todo hay horarios


— En el mundo real, puede ser; pero, en mi mundo…


— ¿Tu mundo? ¡Ja! ¡Qué tontería!


— ¿Te pido un favor, entonces?


— Dime


— ¿Me das la hora?